“Imagina una red de araña multidimensional por la mañana cubierta de gotas de rocío. Y cada gota de rocío contiene el reflejo de todas las otras gotas de rocío. Y en cada gota de rocío reflejada, los reflejos de todos los rocíos caen en ese reflejo. Y así ad infinitum. Esa es la concepción budista del universo en una imagen “ — Alan Watts

A medida que nuestra conciencia evoluciona, tenemos atisbos de un conocimiento interno olvidado, de que somos muchos y que somos uno, que somos diferentes y somos iguales, que todo lo que nos rodea está interconectado en una red de amor y luz.

Nuestras mentes luchan por captar estos conceptos paradójicos, ya que quedan fuera de la norma de lo que ha sido probado como “verdadero” por nuestra comunidad científica, pero de alguna manera en lo más profundo de nosotros todo tiene sentido.

Poco a poco, nuestros científicos se están poniendo al día con estos conceptos superiores y se están haciendo muchos descubrimientos que conectan nuestra realidad percibida a reinos invisibles. Uno de estos descubrimientos confirma lo que muchos seres iluminados, a través de las edades, han intentado transmitirnos. Frases como “como arriba, abajo” o “el microcosmo es un reflejo del macrocosmos” han sido pronunciadas desde la antigüedad, apuntando a la existencia de una realidad multidimensional que existe más allá de la construcción de nuestro mundo tridimensional.

Un ejemplo es el descubrimiento de la geometría fractal en 1975 por Benoit Mandelbrot, y más tarde su representación visual con gráficos por computadora.

Mientras nos maravillamos con una imagen fractal, vemos una reproducción sin fin del patrón principal, en representaciones cada vez más pequeñas.

fractal image

En ese instante, es como si estuvieras mirando un espejo. ¡Todo lo que han dicho los antiguos videntes y maestros espirituales, de repente está frente a nuestros ojos!

La comprensión de que no somos más que una imagen holográfica de la Fuente Única, Conciencia Crística, una porción geométrica fractal del todo se vuelve clara y nuestras mentes pueden conocer esta verdad, incluso si es por una fracción de segundo.

A lo largo de la historia, hubo personas que pudieron conectarse a esos niveles de realidad multidimensionales superiores y anclar esos conceptos en la densidad más baja de la Tierra. A través de su conexión con estos reinos superiores, cambiaron nuestra comprensión del mundo. Algunos ejemplos de estos individuos brillantes son Nicolaus Copérnico, Albert Einstein, Nikola Tesla.

La dificultad que tenemos la mayoría de nosotros para unir estos conceptos superiores, a la realidad densa en la que vivimos, es que no tenemos un marco para comenzar a comprender este universo holográfico, no lineal, que nos rodea. Si no puedes verlo, no existe.

Cada vez es más claro, a través de muchos estudios científicos, que nuestras mentes operan en un rango muy estrecho de percepción, dentro del espectro de la luz visible, donde la mayor parte de la información que percibimos a nuestro alrededor se descarta. De hecho, estudios recientes han demostrado que la mente descarta más del 90% de toda la información sensorial que recibe. El foco se coloca en la frecuencia de luz que nuestros ojos físicos pueden ver.

Si miramos las antiguas tradiciones espirituales en la Tierra, el hilo común de sus enseñanzas es que todas las respuestas que buscamos se encuentran dentro de nosotros, lejos de las preconcepciones y las interpretaciones limitadas de nuestras mentes. Todos ellos nos enseñan lo importante que es conectarse con esa tecnología antigua con la que todos nacemos: nuestra intuición.

A través de las prácticas meditativas, desarrollamos esta conexión y comenzamos a “reiniciar nuestra visión interna” y nos damos cuenta y conocemos lentamente todo este mundo energético que nos rodea, del que somos parte. Nos conectamos con esos órganos sutiles que son parte de nuestros cuerpos físicos y que han estado dormidos durante mucho tiempo. Nuestro cuerpo etérico, los meridianos que llevan nuestra energía vital, nuestro tercer ojo, la glándula pineal, los diferentes centros energéticos que impregnan nuestros cuerpos físicos, son revelados a nuestros sentidos. Cuanto más nos damos cuenta de esas estructuras energéticas que nos rodean, más vemos pistas en todas partes que nos llevan a una existencia más allá del mundo visible.

Con esta mayor conciencia, descubrimos que no somos solo este cuerpo físico, esta personalidad. Descubrimos muchos otros “nosotros”, que viven en diferentes dimensiones, a través del tiempo y el espacio.

Nuestra conciencia luego se expande y es capaz de conocer estos conceptos mentales superiores. Conceptos de tal belleza, inmensidad y conexión con todo lo que nos rodea, que son imposibles de comprender para nuestra mente.

En este espacio de conciencia expandida, vemos pistas dejadas por otros en todas partes. Y estas pistas desencadenan nuestro despertar aún más. Es como si estuviéramos aprendiendo, o recordando, un nuevo idioma: el lenguaje de la luz.

En aquel momento podemos ver la totalidad de nuestro ser cuando miramos una imagen fractal. Entendemos la naturaleza holográfica de nosotros mismos y el universo. Nos vemos en esa imagen holográfica que contiene una representación de todo nuestro ser, con todos sus diferentes aspectos dispersos a través de la construcción multidimensional de nuestro universo, teniendo diferentes experiencias simultáneamente.

Entonces esto, y muchas otras pistas antiguas serán claras para nosotros:

“La luz del cuerpo es el ojo: si por eso tu ojo es único, todo tu cuerpo estará lleno de luz”. Mateo 6:22

Que sea bendecido en el descubrimiento de sus otros seres.

Lola