“La vida sólo se puede encontrar en el momento presente. El pasado se fue, el futuro aún no está aquí, y si no volvemos a nosotros mismos en el momento presente, no podemos estar en contacto con la vida” — Thich Nhat Hanh
“Esté aquí ahora” — Ram Dass
Para que comprendamos la noción del tiempo, debemos comprender la existencia de diferentes dimensiones.
Digamos que nuestra sociedad actual usa un sistema para navegar por la realidad que se basa en las reglas de la 3ra. Dimensión.
Estas reglas se expresan, por ejemplo, en la forma en que opera nuestro sistema educativo enfatizando el pensamiento analítico y lógico, usando las pautas de tiempo lineal (pasado, presente y futuro) y restricciones dualistas (correcto / incorrecto, negro / blanco, masculino / femenino, izquierda derecha).
Para que podamos operar con éxito en este sistema confiamos fuertemente en el lado izquierdo de nuestro cerebro, nuestra energía masculina, para navegar nuestra vida.
El problema es que éste es un sistema inarmónico que moldea nuestra percepción de la realidad de una manera que ignora el lado derecho del cerebro, es decir, nuestra intuición o energía femenina.
A través de la meditación o de algunas formas de trabajo de auto–conocimiento, nuestra conciencia se expande más allá de este, muy utilizado hemisferio izquierdo del cerebro y tenemos experiencias de diferentes existencias y cronogramas, o líneas de tiempo.
Con la práctica y la exploración interna, aprendemos a navegar en nuestros reinos internos y esas otras existencias y cronogramas se vuelven cada vez más tangibles a nuestra conciencia.
Comenzamos a recordar cómo usar el lado derecho de nuestro cerebro, que conjuntamente con el izquierdo, nos permite recuperar el equilibrio de la totalidad.
Durante esta jornada interna, subimos lentamente la escala vibratoria, aumentando así el nivel de luz y energía dentro de nosotros. Como consecuencia, nuestra conciencia es capaz de percibir más allá de la concepción del tiempo lineal, donde se vuelve más fluido y maleable.
Los eventos ya no se colocan en un cronograma lineal, pues sentimos que estamos en diferentes lugares al mismo tiempo y la noción de pasado o futuro se vuelve menos fija. Comprender esto, a veces, resulta difícil para nuestras mentes, pues parece que estamos perdiendo contacto con la realidad cotidiana de nuestras vidas.
Aunque la construcción lineal nos proporciona una sensación de estructura y “control” de la realidad que nos rodea, estamos destinados a despertar a nuestra verdadera identidad que no opera a partir de esas restricciones.
Tenemos otros aspectos de nuestro ser, recorriendo su camino de evolución, viviendo sus vidas esparcidas por la construcción multidimensional de nuestro Universo.
Cuando tenemos acceso a un aspecto nuestro, es debido a una resonancia en nuestro campo energético, en otras palabras, nosotros, aquí en este momento presente, estamos pasando por una experiencia que resuena enérgicamente a una vivencia que otro aspecto nuestro está teniendo en otro lugar.
La manera que nuestras mentes usan para entender esa resonancia es poner ese otro aspecto nuestro en una línea de tiempo lineal y llamarlo de una vida pasada o futura.
Durante las sesiones individuales, por ejemplo, cuando los clientes entran en una experiencia en otro lugar, y existe una clara línea de acceso a todo el ambiente de ese momento, ya sea por una sensación física del cuerpo que habitan, los olores, las ropas que las personas están vistiendo, la sensación general de la conciencia colectiva de ese espacio; algunas veces es muy útil poner esa experiencia en algún lugar, en un cronograma lineal de nuestra historia conocida: la Edad Media, Roma o antiguo Egipto, alguna película de ciencia ficción, etc. para que nuestras mentes puedan procesar más fácilmente esa información.
La resonancia de ese momento es, en realidad, una convergencia de aspectos de nuestra conciencia fragmentada hacia un punto de confluencia en la miríada de cronogramas y vidas que estamos experimentando ahora. Muchos se refieren a ello como un “momento de cruce de tiempo”.
El alcance de estos puntos facilita la integración de nuestra conciencia en el aquí y ahora. Cuando nos reconocemos en ese otro aspecto que fue atraído hacia nuestra conciencia presente, podemos identificar el bloqueo energético que nos acercó.
Si podemos “dejar nuestras mentes de lado” y permitir que nuestros aspectos superiores divinos faciliten la resolución en ese momento, habrá una integración de esos aspectos fragmentados de nuestra psique y ahí nuestra conciencia se expandirá más allá de las restricciones dualistas de esta realidad.
El inmenso éxito que el libro de Eckhart Tolle “El poder del ahora” (más de 5 millones de copias vendidas en Estados Unidos y en todo el mundo) habla de esta verdad interior.
Somos seres multidimensionales, y para acceder a esa multidimensionalidad, tenemos que estar anclados en nuestros corazones y en el ahora.
A medida que incorporamos esa verdad, nos liberamos de las restricciones de esta realidad dualista en que vivimos y reivindicamos nuestra herencia divina como seres soberanos y multidimensionales.
Entonces comenzaremos a vivir nuestras vidas en este planeta de la manera en que fuimos divinamente proyectados.
“El tiempo no es precioso, porque es una ilusión. Lo que usted percibe como precioso no es el tiempo, sino el único punto que está fuera del tiempo: el Ahora, eso es realmente precioso. Cuanto más se está enfocado en el tiempo – pasado y futuro – más te extrañas del Ahora, el más precioso que existe .” Eckhart Tolle
Que usted encuentre su verdadera identidad en este precioso ahora.
Lola